Es habitual que cuando se decide desarrollar de forma profesional la identidad gráfica y visual de un negocio, y más concretamente su logotipo, se establezca como máxima prioridad que la propuesta sea creativa y diferente. Existe la creencia de que la creatividad y la diferenciación son el mayor valor que se le puede exigir a una identidad visual bien desarrollada y sólida. Sin embargo, esto no siempre es así. No quiero decir que esos valores no sean deseables, ni mucho menos. Lo que quiero decir es que en muchos casos esa creatividad y diferenciación no es necesaria para lograr una identidad corporativa eficaz. A veces es incluso contraproducente.
Piensa por un momento en los logotipos de EPSON, Panasonic, o Nikon, por citar algunos, ¿te parece creativos?, ¿crees que son originales?, ¿crees que se ven poco profesionales?
El mercado está lleno de grandes marcas que demuestran una y otra vez que la solidez de una marca gráfica no necesariamente está vinculada a la creatividad y originalidad de la misma.
Voy a contarte un secreto que la mayoría de los diseñadores gráficos hemos, tristemente, presenciado a veces. En ocasiones, cuando se presenta a un cliente las propuestas para su identidad gráfica, sobre todo cuando se dispone de poco tiempo, la explicación y argumentación de por qué se ha desarrollado de esa manera específica se hace a posteriori de haber desarrollado el diseño. Algo que debería de ser precisamente al revés. También es habitual cargar a la marca de características subjetivas, o atribuirle funciones más profundas, como la transmisión de ciertos conceptos que para nada le corresponden. La función de un logotipo no es transmitir los valores de la empresa y, aunque quisiera, no podría hacerlo eficazmente. Un buen logotipo no necesariamente es el que tiene más recursos gráficos, ni el que se ajusta al perfil de su público, ni mucho menos el que incluye un símbolo como complemento.
Lo que quiero decirte con todo esto es que cada caso particular es un mundo, la solidez de una identidad gráfica responde a otros factores que muchas veces nada tienen que ver con la creatividad y originalidad de la propuesta.
Independientemente de que la identidad visual de tu marca la desarrolles tú o contrates a un profesional para que lo haga, es bueno que sepas que debes prestar especial atención a lo que algunos expertos denominan parámetros de rendimiento (de los que ya hemos hablado aquí). Para ello es primordial, antes de pasar a la etapa de diseño, hacer un análisis serio y riguroso de la organización y comprender sus necesidades. Lo que nos permitirá definir correctamente la estrategia de marca gráfica y elegir adecuadamente los identificadores y el sistema gráfico más adecuado para la organización, en el menor tiempo posible y con la menor inversión económica.
Gracias a la democratización de la tecnología y el conocimiento, toda esta información está a tu alcance. Por lo tanto tú también puedes tener una excelente marca e identidad visual. Todo lo que necesitas es tener las ideas claras, y un método que te permita de forma fácil y rigurosa aplicar esos conocimiento a tu marca, proyecto o negocio.
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